martes, 17 de agosto de 2010

Parte IIX:

Si la entrada a Turquía ya fue una odisea, la salida y entrada a Georgia la dejan a la altura del betún. La interminable caravana bajo el sol y con una humedad insoportable era solo el comienzo. Papeleos y vueltas seguidos de larguísimas colas, policías maleducados y cientos de turcos estresados (por todos son conocidas las buenas maneras y la organización de los turcos en estas situaciones) convierten el hecho de pasar la frontera en algo cercano al milagro.

Un brindis tras la hazaña y relajadamente nos plantamos en Batumi, bonita ciudad a orillas del mar negro con importante afluencia turística. Nos resulta bastante fácil encontrar un hotel aceptable a buen precio. Por fin una cama y un lugar donde estar a menos de 40ºC.


Atrás queda el mar negro, por delante unos cientos de kilómetros hasta Jerevan (Armenia) que pretende ser nuestro destino del día, con lo que no contamos es con que lo que en el mapa aparece como una carretera principal, resulte ser en la practica una carretera pobremente asfaltada que nos conduce entre curvas y baches al interior del país atravesando pequeñas poblaciones y grupos de casas cada vez mas pequeños. La serpenteante carretera se transforma gradualmente en una bacheada y prácticamente intransitable pista forestal por la que entre saltos agujeros y riachuelos avanzamos lentamente durante casi seis horas.
El camino resulta terrible, probablemente a ninguno se nos hubiese ocurrido ver por allí más que un tractor o tal vez algún viejo land rover y sin embargo allí estábamos brincando como conejos con nuestra cada vez más destartalada ambulancia.
La dureza del camino resulta un precio muy bajo a cambio de los increíbles paisajes que se muestran ante nuestros atónitas miradas. Pegados al cristal, con la sonrisa en la cara y los ojos enrojecidos de no querer siquiera pestañear cruzamos varios valles y montañas. Si alguien cree haber visto ya su paisaje favorito probablemente cambie de opinión si pasa por aquí. La simplicidad con que vives los pobladores de esta zona y lo felices que parecen en mitad de aquellos increíbles paisajes le hacen a uno plantearse cosas.
Poco a poco vamos descendiendo por el pedregoso camino que se vuelve poco a poco menos intransitable, vehículos y personas comienzan a aparecer de forma menos esporádica y los pueblos recuperan dimensiones para poder considerarlos tal cosa.
Cuando las carreteras vuelven a serlo, volvemos a tomar un ritmo normal pero hemos abandonado la idea de llegar a Jerevan, quizás con suerte lleguemos a la frontera de Armenia.

Si creéis que la típica frontera mexicana con cuatro maltrechos barracones que vemos en el cine solo existe en las películas estáis equivocados, esa frontera con sudorosos tipos que con cara de aburrimiento pasean sus metralletas de un lado a otro enfundados en gastados trajes de camuflaje se encuentra en Armenia. La escena al mas puro estilo mariachi ofrece al asunto un tono guasón pero no por ello dejamos de desesperar ante las largas horas de papeleo. Son ya las…. No tengo ni idea de cual es la hora local pero calculamos que serán cerca de las 2 cuando logramos cruzarla y a escasos kilometros acampamos, en apenas unos minutos todos caemos rendidos, ha sido un dia duro y son muchos los paisajes las caras y los hechos que asimilar.

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