No sé por que extraña razón, al comenzar a narrar esta aventura elegí 3 caminos simultáneos.
Por un lado abrí este blogg para que pudieseis seguir mis pasos, por otra comencé una cadena de e-mails que algunos recibís de vez en cuando y por ultimo llevo un diario de viaje mas o menos al día. El caso es que no puedo llevar tantas cosas parecidas a la vez por lo que he decidido fusionar de alguna forma los mails y el blogg.
El primer paso consiste en colgar aquí los mails anteriores de forma que quienes me siguen por este canal puedan ponerse al corriente de lo acontecido hasta ahora.
" En cada viaje, los días antes de partir se amontonan y entre preparativos, despedidas y demás uno se ve en el ultimo momento sin poder hacer la mayor parte de las cosas previstas (incluido preparar la maleta). Pues bien, el comienzo de mi viaje no fue ninguna excepción y apenas unas horas antes de partir me encontraba preparando la maleta incapaz de imaginarme lo que me esperaba.
Con los ánimos a tope y dispuesto a comerme el mundo (realmente Asia central) me encuentro en el port vell de Barcelona con la mochila a la espalda, la sonrisa en la cara y dispuesto a encontrar un equipo.
Las horas pasan y el astro rey no da tregua alguna, los 40 equipos dispuestos en la salida se reafirman una y otra vez en su negativa de llevarme siquiera hasta Praga. La sonrisa de mi cara comienza a disiparse mientras la tensión crece dentro de mi.
Salida oficial, los equipos toman salida uno tras otro sin dejarse ablandar por mi insistencia. Las posibilidades se agotan lentamente, apenas una docena de coches y ninguna respuesta afirmativa.
Mi cara refleja la desilusión que me llena, en mi cabeza solo una frase, ¿Solidarios? ¡Y una mierda!
Sabia que era difícil lograrlo, pero esperaba al menos salir de Barcelona, desolado apuro mis últimos intentos. Nada.
Cabizbajo y con los ojos enrojecidos veo partir los últimos vehículos cuando el equipo “pa amb tomaquet” se apiada de mí, su abarrotada nissan vanette no da mucho de sí por lo que me veo obligado a abandonar mi mochila, probablemente hubiese tenido que reflexionar sobre esta decisión, pero la emoción del momento decidió por mi. Tan solo 4 coches en el parking y un par de minutos para encontrar alguien dispuesto llevarme el equipaje hasta Praga. Hay suerte a la primera, el equipo portugués “Barceloninhos” embarca mis pertenencias en un arcaico Peugeot 505.
Acurrucado, rodeado de mochilas y con lo puesto de equipaje trato de asimilar lo sucedido, por fin puedo decir ¡El Mongol Rally ha comenzado!
Parte II
El corazón de los integrantes de pa amb tomaquet parece no tener fin y durante casi dos días me dan de comer, me facilitan donde dormir y me llevan con ellos. Incluso me dejan pilotar a “blanquita” durante 400km.
Lyon, Karlsruhe, Stutgart, Nürnberg, Pilsen, Praga y finalmente …
Son más de las 8 cuando llegamos a la zona de acampada, el lugar está repleto y apenas se echan en falta media docena de equipos entre los cuales está el portador de mi mochila.
Unos minutos para instalarnos, saludar y salir hacia la fiesta, momento en el que aparecen el equipo portugués con mi equipaje. Mucho mas tranquilo trato de disfrutar de la fiesta y sacar partido a las relaciones sociales, pero lamentablemente no logro ninguna de las dos.
El sol emerge entre los árboles haciendo brillar el rocío que todo lo cubre y otorga al lugar un resplandor casi mágico, son pocos los supervivientes de la fiesta pero la inquietud de tener que buscar equipo me empuja a madrugar. Lentamente los equipos van despertando y comienza un lento goteo de vehículos que parten rumbo a la capital mongola, no pierdo ocasión para mendigar una plaza pero la conocida tonadilla de “no tenemos sitio” no cesa de sonar.
Es extraño, pero tengo la sensación de haber vivido ya algo parecido, quizás en otra vida?
He preguntado a prácticamente la totalidad de los equipos, sacando un increíble rendimiento a mi aletargado y paupérrimo ingles sin lograr mi objetivo. Alguna vaga oferta de recogerme en Turquía, Armenia o Rusia son el único trofeo.
A falta de nada mejor, me embarco en un coche que a regañadientes me acerca a Praga donde habré de tomar una decisión pero de momento tratar de llegar a Estambul tiene todos los boletos.
Apenas un kilómetro y ya estoy mochila en ristre de vuelta a la zona de camping, una curiosa oferta de llevarme a Budapest a cambio de mecánica no merece ser desaprovechada así que… logro poner en marcha el aparato y allá vamos!
Parte III
La “disco ambulance” es al igual que sus dueños bastante peculiar. Lejos de estar preparada para el mongol rally, este aparato de mediados del cretácico se encuentra equipado con un sinfín de luces de colores y una aterradora cantidad de Watios de sonido. Desgraciadamente, su antiquísima mecánica de 3.2 litros genera la misma cantidad de sonidos extraños que el refinado equipo de sonido.
Entre pequeñas averías y múltiples tonterías avanzamos a través de Alemania, Austria, Eslovaquia y Hungría donde he de apearme.
Los factores se alinean de una forma extraña y las circunstancias me llevan a reengancharme a la “AmbuDance” apenas un día después de haberla dejado.
Abandonamos Hungría y nos adentramos en Croacia, atravesamos Bosnia y de nuevo Croacia. Tras un par de dias visitando Zagreb, Split y Dubrovnik, llegamos a Montenegro donde los integrantes de mi nuevo equipo tienen un plan bastante peculiar. Enfundados en trajes caros y habiéndose hospedado en el hotel Bellavista, se dirigen al casino “Queen of Montenegro” donde se rodó la famosa película “casino royal” de la saga de James Bond con la intención de emular de alguna forma al mítico personaje.
Tanto Croacia como Montenegro resultan ser increíblemente bonitos, las constantes mezclas entre mar y montaña dan lugar a toda suerte de paisajes imposibles. Repletas de ciudadelas fortificadas y bellísimos cascos antiguos, sus ciudades bañadas por las azules aguas del adriático, fácilmente podrían haber sido fruto de la imaginación del más embelesado de los poetas pero como siempre sucede, no todo resulta tan bonito como nos gustaría y también estos lugares de ensueño padecen una terrible enfermedad que amenaza con pudrirlos lentamente. La masificación turística y la desmesurada explotación del mismo convierte las ciudades en hervideros de gente adinerada y tiendas de souvenirs, las playas en clubs privados que olvidando la belleza propia del entorno tratan de forma burda de emular las costas caribeñas y todo el litoral en laberínticos cultivos donde cómo si de mitosis se tratara crecen inmensas torres plateadas y enormes apartahoteles.
Parte IV
Impresiones:
Nunca imaginé así el Mongol Rally, pasear por las paradisíacas playas del adriático o comer en un refinado restaurante de la ciudad de Zagreb no entraban de ningún modo en mis previsiones para ésta aventura. Pensar que el notablemente superior poder adquisitivo de mis compañeros de aventura pudiera ser compatible con mi condición de mochilero tampoco era posible, pero si algo me está enseñando este viaje es que los prejuicios solo existen en nuestras cabezas y que solo hay que querer para lograr que las cosas funcionen.
Mientras el resto de los equipos del rally se encuentran ya atravesando Asia central en su afán de alcanzar la meta, nosotros seguimos dedicados a chapotear en toda playa que aparece o a perdernos por las calles de cada ciudad, cosa que a pesar de agobiarme a veces, me hace reflexionar sobre el verdadero sentido del viaje. Y esque la recompensa no se encuentra en llegar, sino en cada paisaje, cada situación y cada vivencia que encuentro por el camino y que quedara en mi para siempre.
Hace tan solo unos días me encontraba con las manos llenas de ilusiones que se escapaban entre mis dedos. Con la mochila repleta de esperanzas que entre todos me ayudasteis a llenar partí sin saber muy bien a donde y es aquí donde la persistencia, las ganas de aventura y vuestro inestimable apoyo me han traído, porque “jamás se llega tan lejos como cuando no se sabe a donde se va” y ya me encuentro más lejos de lo que hubiese podido creer.
Queda todavía mucha aventura y es muy probable que durante la misma tenga que pasar malos ratos pero creo que si el sueño acabara mañana ya hubiese sido todo un logro que quiero compartir con todos los que de una u otra forma habéis contribuido a llevar a cabo.
Parte V
El décimo dia desde el comienzo de mi viaje, abandonamos Montenegro que invitándonos a volver nos muestra su cara mas bonita con increíbles paisajes lejanos al turismo.
Albania es nuestro siguiente destino. Este país apenas nos sorprende, carreteras sin asfaltar, casas semiconstruidas y coches viejos era nada mas y nada menos que lo que esperábamos. Los paisajes se vuelven más áridos y la atención de sus habitantes se centra únicamente en tratar de engañarnos, cosa que indudablemente consiguen una y otra vez. A pesar de todo, es un lugar que recomendaría visitar, eso sí con la recomendación de traerse consigo moneda local ya que su interpretación del cambio resulta bastante peculiar.
Ya en la siguiente jornada y tras una alegre acampada fronteriza, atravesamos Macedonia con la única intención de llegar a Grecia. Aun a pesar de que al pensar en Macedonia uno no pueda evitar la imagen de un gran recipiente de fruta, no encontramos pedazos de piña ni naranja rodando por las calles, en su defecto, descubrimos un país moderno i occidental que mantiene un relativo equilibrio entre modernidad y tradición. Sus precios asequibles, la amabilidad de sus gentes y la hermosura de sus paisaje nos cautivan y entramos en Grecia lamentándonos de no habernos quedado algún día mas.
De una sentada nos plantamos en Thesalonika, el buen estado de sus carreteras y la buena señalización contribuyen a ello, pero por el camino…
Es día 4 de Agosto y como tal, es la fecha indicada para llevar a cabo uno de los pequeños objetivos de mi particular Mongol Rally.
Txapela en ristre me apeo de la ambulancia en aquella solitaria área de descanso, mientras ante la atónita mirada de mis compañeros de viaje comienzo a saltar y bailar entonando alegres cánticos. Con el semblante desencajado por mi extraña conducta aceptan de buena gana cuando de mi bolsillo saco sendos habanos y se los ofrezco al tiempo que trato de explicarles la situación.
La cerveza fluye y los habanos se consumen lentamente, los cuatro habitantes de la ambudance cantan y bailan alegres en Grecia y solo cabe decir: Gora Celedon!!
Parte VI
Los siguientes días trascurren con normalidad, tranquilidad, kilómetros y muchísimo calor son la tónica dominante. Nos encontramos en Turquía tras la dura prueba que supone cruzar su frontera, turismo y más kilómetros hasta llegar a Estambul donde una nueva vivencia digna del Mongol Rally nos sorprende.
La ciudad de Estambul parece no tener fin, kilómetros y kilómetros de caóticos barrios quedan atrás dejando paso a nuevas barriadas igualmente caóticas que comienzan a desesperarnos.
Es bien entrada la madrugada cuando tras largas horas perdidos entre callejuelas tratando de encontrar alojamiento, vamos a parar a una calle poco transitada donde con los ánimos un tanto encendidos decidimos acampar.
Sentados en un bordillo tratando de relajar la situación con un trago en la mano, sacamos los mapas y comenzamos a trazar la ruta para los próximos días. Nuestro intento se ve truncado por la insistencia en ayudarnos de un transeúnte que pasea a su perro. El pobre hombre no habla ni media palabra fuera del turco y hace caso omiso a nuestras indicaciones de “no problem”. En su obstinado intento por brindarnos ayuda, efectúa una breve llamada que en cuestión de segundos hace aparecer a 5 jóvenes de extrañas pintas que chapurreando ingles tratan de continuar la tarea de su empecinado amigo.
A partir de este momento, los hechos adquieren un tono surrealista digno del mismísimo Tarantino. 2 coches de policía aparcan en mitad de la calle y se unen al jolgorio.
Mapas, papeles y voces de todos los idiomas se mezclan con gestos y dibujos en una alocada gesta por resolver nuestro inexistente problema, mientras el dueño del perro al margen del gallinero observa la escena con semblante indiferente.
Parte VII
Turkia nos sorprende a todos por su extensión, cuando uno la observa en un mapa ni con mucho aprecia el tamaño real de este territorio. Varios días conduciendo 7 y 8 horas y aún nos queda al menos una jornada. Pero no es solo su extensión lo que nos asombra, la variedad y la riqueza de sus paisajes, sus gentes y su cultura nos ofrecen un inesperado regalo. En cada parada la amabilidad de la gente, sus ganas de comunicarse por encima de las barreras lingüísticas, de mostrarnos su vida y sus costumbres suponen un obsequio para nuestros sentidos.
Desde los áridos campos del interior hasta las tranquilas costas del mar negro, pasan ante nuestros ojos todo tipo de paisajes. Tropicales bosques, rocosas montañas o bastas extensiones de cultivos aparecen y desaparecen en cada jornada dando la impresión de haber recorrido continentes enteros en solo unas horas.
A principios del siglo XXI, nos encontramos con una Turquía en constante cambio, sus coloridas urbes se tintan lentamente de colores ajenos, nuevas culturas enriquecen la suya propia en contraste con la quietud de los pequeños pueblos.
En su acelerada carrera por entrar en la UE, la mayor parte de su infraestructura se encuentra en proceso de renovación y la proliferación de vías rápidas entre las principales ciudades supone un enorme salto en lo que al transporte se refiere."